Vida
Hay momentos donde sientes que la vida se te escurre entre los dedos. La sensación produce una angustia indescriptible por este maldito sentimiento de finitud, de efímero éxtasis que se apaga. El apego a las pequeñas emociones de la vida es tan sustancial, tan profundo...
Esas emociones que todavía se perciben incluso
al pasar de los años son peligrosamente adictivas. La alegría producida ante un cumplido de la persona
correcta, la paz que existe en dejar que el viento pase por tu lado y roce tu
piel. El brillo deslumbrante en la mirada de la persona que nos atrae, y por
supuesto, la sensación de vacío que nos genera la palabra de quien nos quita el sueño.
Hay dos tipos de vida: la orgánica, atravesada
por dictámenes médicos y prescripciones formales y la vida emocional, cargada
de todo tipo de sensaciones. Es posible vivir ambas, por desgracia hay quienes
viven una y no la otra.
He aprendido a disfrutar de las pequeñas cosas
que ofrece la vida, así como he padecido algunos de sus peores momentos. Todo
es aprendizaje. Incluso en medio de las cosas más terribles, es posible hallar
algo bueno. A veces parece imposible, pero de las peores derrotas se obtienen
resultados y enseñanzas que son necesarias para no cometer el mismo error, para
no tropezar con la misma piedra.
Habrá que vivir experimentando cada cosa, habrá
que dar segundas oportunidades, habrá que recuperar la fe perdida y renovar la
esperanza en el cambio, en el cierre de los ciclos, en las transformaciones
posibles de quienes considerábamos imperturbables.
Ahora que has permitido que mi corazón lata de
nuevo, permíteme disfrutar de todas las experiencias que me faltan... contigo.
Jaime Villada Vélez - Saeta Roja
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