Miseria
No sé qué pasa conmigo estos días…
Todo me resulta tedioso, insoportable y abrumador. Los abrazos,
los besos, las palabras; todo me parece tan denso y hostigante. Sin embargo,
insisto en buscar la compañía de otros.
La mejor compañía me parece chocante y no soporto que me
hablen porque enseguida lanzo un suspiro de desaliento por la interrupción a mi
soledad.
La miseria es mi mejor compañía. Se sienta a mi lado y
calla. No pide, no opina, no critica. Se sienta a mi lado a observar. A veces soy
yo quien interrumpe su silencio y me quejo de aquello que observamos. La gente
feliz nos resulta molesta, y el amor nos confunde. Esa soledad me mira cuando
le hablo y asiente, sin pronunciar palabra. Sabe que me siento solo y por eso
no le importa que yo interrumpa su meditación.
A veces, sin que lo note, me pongo a detallar esa soledad.
La miseria que me acompaña a menudo me sorprende. Esa miseria y soledad compartía
el mismo repudio por todo a mi alrededor, en eso coincidimos. Hay una atmósfera
a nuestro alrededor cargada de nostalgia, culpa y resentimiento, hay un aire
espeso que exhala el hedor de los pecados no perdonados.
Mira extasiada las cosas más simples, detesta todo lo que
implique cadenas, responsabilidades, compromiso o constancia. Se deleita en los
placeres cortos y en el amor efímero.
La miseria y soledad está tan sola como yo, y se sienta tan
cerca…
No dejo de sorprenderme…
Se parece a mí…
Soy yo… soy mi propia miseria.
Jaime Villada Vélez - Saeta Roja
Comentarios
Publicar un comentario