Mi Ser Maestro

Desde siempre, el mundo me ha parecido un lugar amplio que nos exige descubrirlo. El conocimiento siempre estuvo al alcance de la humanidad y por supuesto yo me sentía inevitablemente llamado a esa búsqueda.

Aprender, estudiar, conocer y reconocer cosas nuevas me apasiona. Tener la posibilidad de adquirir conocimientos nuevos me pone ávido por descubrir lo que hay allí, esperando a ser descubierto, y cuánto de ello podré aprovechar para mi crecimiento personal.

A medida que aprendía, encontré a otras personas dispuestas a compartir conmigo sus aprendizajes. Ese intercambio me abría a nuevas subjetividades y descubrí que compartir ese saber me generaba la misma felicidad que adquirirlo, y con gusto, comencé a enseñar y aprender de otros.

Descubrí con el tiempo que tenía especial afinidad con la lectura y la literatura debido a la posibilidad de nuevos universos y a las narraciones que se abrían a múltiples interpretaciones y diversos significados. Por lo tanto, comencé a tomar rumbo hacia una vida que me permitiera unir todas las cosas que me gustaban y encontré la licenciatura en lengua castellana; un espacio donde el aprendizaje, la enseñanza, la literatura, la interacción con otros seres pensantes e igualmente deseosos de aprender y compartir sus interpretaciones, se encontraban.

En la carrera profesional, las prácticas son filtro y medidor, que separa a quienes tienen el compromiso, las capacidades, la paciencia y la idoneidad para desempeñar como docente, pero esencialmente, mide el grado de vocación que se expresa en el aula y en la forma como se enseña. Estas prácticas solo me motivaron a continuar y fortalecieron esta voluntad de ser maestro.

Exponer el contenido de las clases, con las miradas de los estudiantes fijas en quien guía la clase, la expresión que hacen cuando comienzan a comprender el tema; son las pequeñas cosas que conforman el ser maestro. Las despedidas al salir del salón, casi siempre acompañadas de un "gracias, profe", esas cosas reconcilian al docente con su labor. Gracias a ti, querido estudiante, porque también me enseñas.

Soy consciente de las dificultades de la docencia, especialmente del compromiso que tienen con los seres humanos y con la sociedad en general, y cargar con esa responsabilidad de (pretender) formarlos para un mundo en emergencia de la resignificación de tantas ideas, saberes, culturas y elementos que conforman la vida humana, no me aterra en absoluto. Al contrario, me siento llamado a formar parte de esa transformación social que busca más justicia, igualdad, equidad y armonía.. Pretendo hacerlo desde las aulas de clase, sembrando en mis estudiantes la necesidad de ser mejores personas, mejores ciudadanos, mejores hombres y mujeres con hambre de conocimiento y con miras a un horizonte más idóneo.

Hay una nueva sociedad que se está gestando para el mañana y crece cada día. Yo quiero ser parte de esa sociedad y aportar en su construcción porque creo firmemente en la docencia que transforma y porque sé que un maestro: jamás deja de enseñar, jamás deja de aprender y, sobre todo, jamás deja de ser maestro.




Jaime Villada Vélez - Saeta Roja


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