Si es que vuelves



Recuerdo la tarde en que te fuiste. No había anticipado tu huida a pesar de que tus indicios fueron precisos, quizá estuve cegado por mi orgullo o por la necesidad de pretender que todo está bien, que este mundo idealizado que construyo a veces me tiene esclavo pero disfruto de mi cautiverio.

Tu despedida fue la confirmación de mis miedos. Dejaste la nota sobre la mesa de noche y tu mensaje era el silencio. Alguna vez te mencioné que el silencio me parece ensordecedor porque permite escucharte y nadie quiere encontrarse consigo mismo a menos que haya tocado fondo. El silencio de tu partida fue más una denuncia que un adiós.

Recordé el atardecer con arreboles de nuestro beso, recuerdo tus ojos almíbar y tu sonrisa roja. Ambos sentimos la tensión del beso aproximarse y abrazamos con fuerza la idea de encontrarnos en los labios, pero no teníamos el valor para cruzar la frontera del otro, línea que trazamos con la ansiedad y la incertidumbre. Cuando por fin fuimos libres por un momento, aceptamos el pecado en cada gesto y mirada, cargados de lujuria miramos a dios a la cara y no nos importó más nada. El cielo fue apenas utilería en la obra que ocurría entre nosotros.
En la noche sentí el ritmo de tu caída: despacio, movimientos rítmicos, espaciados, lentos, se escuchaban como notas extendidas de un violonchelo, nuestro labios danzaban y nuestros dedos componían una sinfonía, con suspiros en lugar de instrumentos de viento, con caricias en lugar de instrumentos de cuerda. Danzamos y cantamos al ritmo de una noche fría que nos permitió profanarla.

El silencio de tu nota de despedida me permitió recrearte en la lejanía, en tu piel escarchada, en tus mejillas rosadas. Te pensé caminando por calles confusas, entre peatones vagabundos, en tu insomnio de nostalgia y melancolía, sin embargo fuerte, con tu sonrisa reflejada en las vitrinas de los cafés y las librerías, en los charcos de lluvias incesantes, en tu ser conquistando nuevos espacios, y entonces eras tan libre de mí que no te veía más.

Si es que vuelves, no me dejes en el silencio. Sigo esperando las palabras que no dijiste, los sentimientos que jamás confesaste, las verdades ocultas detrás de cada mentira que nos dijimos. Si es que vuelves…


Para Roja

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