De repente, anochece
“Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra
traspasado por un rayo de sol:
y de pronto anochece.”
Salvatore Quasimodo
Hoy te he visto partir luego de haber sido
testigo de la preparación diaria de tu viaje. Lo sentí tan lejano, como una
fecha distante que posiblemente no llegaría. No podía creerlo hasta que te vi
partir y entonces caí en la cuenta de cuán rápido pasó todo y repasé cada
momento que desaproveché, fuera por orgullo, vanidad o por simple descuido, y
entonces comencé a lamentarme por haber sido tan engreído como para pensar en
que podría aplazar tu inevitable partida.
Ahora mismo estoy buscándote en los mismos
lugares que frecuentábamos. En los mismos horarios, buscando indicios de que
conservaremos la rutina, queriendo mantenerme ajeno a la nueva realidad que se
nos presenta y pretendiendo tercamente que nada cambiará. Ahora solo puedo
hallarte en las canciones que nos dedicamos, en el recuerdo de tus besos y
caricias y en tu rastro todavía tibio en la cama. ¿A dónde se fueron las horas
felices de tu presencia, tu calor y compañía? Creo sentir tu olor en la
habitación, pero solo es mi melancolía gritando en un intento desesperado por
encontrarte.
A mi alrededor, la gente parece preocupada. Me
pregunto si habrá palabras en el mundo que expresen lo solo que me siento. Para
mí estabas tú, y ahora sin ti solo queda el silencio. No hay mensajes, no hay
indicios de tu regreso y yo dando vueltas en la cama esperando tu llamada.
Todavía negándome a aceptar que ahora no estás y que las cosas ya no serán como
quiero que sean. Ahora, nuevamente, soy una pieza en el tablero y dios está
jugando a los dados; siempre tuve mala suerte en los juegos de azar.
Me pregunto si mi voz te alcanzará; este clamor
furioso que se pregunta si será suficiente. No dudo de mi amor, lo vivo
intensamente cada día, más ahora que este sentimiento se alimenta de recuerdos,
pero temo que pase igual contigo y entonces la incertidumbre comienza a ser un
lastre pesado con el cual no sé lidiar. ¿Qué hago con todo el amor que es solo
para ti? ¿Dónde ubicarlo para que no le estorbe a la nostalgia ni a tu
ausencia? En el silencio de esta noche, en donde mi sol está oculto, solo reina
el silencio y estos pensamientos son tan escandalosos que no me permiten
percibir la paz de la madrugada.
Oscurece de repente en mi mundo. El crepúsculo
ha sido maravilloso; tan cálido, apacible, tierno. Este sol mío ahora brilla en
el otro lado del mundo, como corresponde, mientras la fría noche llega a mí
inmisericorde e impetuosa y no hay refugio que me abrigue del frío de tu
partida, de las promesas congeladas ni de los vientos helados que susurran al
pasar las promesas que nos hicimos durante las tardes del amor.
Donde sea que estés, sigue brillando. Esta
noche dormiré abrazado a tu recuerdo una vez más, a la espera de despertar con tu
radiante amanecer. Mi sol brilla intensamente, pero siempre debe anochecer.
Para mi Señorita Dorada, que ahora veo brillar con más fuerza en la distancia. Te amo.
Jaime Villada - Saeta Roja
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