Figura de rojo y negro
Ella es una mujer de rojo y negro
De mirada fría y paso decidido
De sonrisa modesta, aunque dulce
De piel suave y recorrida
Es fuerte, incisiva, reservada.
Vi su figura a través de los árboles
En un paisaje de cielo gris
Su cabello ondeaba violento
seducido por la brisa de tormenta,
danzaba con el viento.
Quise acercarme y comprobar mi espejismo
Tenerla frente a mí y liberarme del hechizo
Saberla mortal, frágil, con miedo
Desvanecer el velo que cubre su misterio.
La comprobé humana, agotada, triste.
cansada de llevar la carga de su existencia.
El viento era consuelo y fuerza
para su navío perdido en el mar.
"Dame tu fuerza -me dijo
No sueltes mi mano y ayúdame a nadar"
"Pones fe en mortales, mi querida silueta.
Desde el principio estabas condenada a naufragar"-
Alcancé a pronunciar.
La figura se caía en pedazos,
su cabello no ondeaba ya.
El viento se detuvo de improviso
y la mujer comenzó a tambalear.
Antes de marcharse le di un beso
Decidí despedirme de la forma más cordial
...Ni una lágrima se derramó...
Juré jamás volverla a buscar
y continuamos el camino sin mirar atrás.
La silueta de los árboles se había perdido
y la tormenta furiosa, finalmente, no ocurrió.
De mirada fría y paso decidido
De sonrisa modesta, aunque dulce
De piel suave y recorrida
Es fuerte, incisiva, reservada.
Vi su figura a través de los árboles
En un paisaje de cielo gris
Su cabello ondeaba violento
seducido por la brisa de tormenta,
danzaba con el viento.
Quise acercarme y comprobar mi espejismo
Tenerla frente a mí y liberarme del hechizo
Saberla mortal, frágil, con miedo
Desvanecer el velo que cubre su misterio.
La comprobé humana, agotada, triste.
cansada de llevar la carga de su existencia.
El viento era consuelo y fuerza
para su navío perdido en el mar.
"Dame tu fuerza -me dijo
No sueltes mi mano y ayúdame a nadar"
"Pones fe en mortales, mi querida silueta.
Desde el principio estabas condenada a naufragar"-
Alcancé a pronunciar.
La figura se caía en pedazos,
su cabello no ondeaba ya.
El viento se detuvo de improviso
y la mujer comenzó a tambalear.
Antes de marcharse le di un beso
Decidí despedirme de la forma más cordial
...Ni una lágrima se derramó...
Juré jamás volverla a buscar
y continuamos el camino sin mirar atrás.
La silueta de los árboles se había perdido
y la tormenta furiosa, finalmente, no ocurrió.
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